Amanda vive en una gran casa con un gran jardín, por el cual va la susodicha persiguiendo mariposas para poder cogerlas y, si puede, tocarlas. Mientras intenta esto, de repente, una extraña fuerza le agarra la pierna. Como consecuencia ella cae y se queda inconsciente del golpe.
Cuando despierta se encuentra en una habitación extraña. Mira a su alrededor pero no le suena de nada. Un dulce olor llega a sus sentidos. Amanda lo sigue y llega hasta una puerta que le conduce a una cocina.
En la encimera de la cocina se divisa un vaso con un líquido morado del cual provenía el dulce aroma que embriagaba la habitación anterior.
Amanda lo bebió sin dejar nada.
Tras esto, la niña se percató de que hay un espejo justo en frente de ella. Se acercó a él y, al intentar tocar su reflejo, su mano se introdujo en el espejo. Al ver tal cosa, Amanda, curiosa, se dispuso a traspasarlo.
Al hacerlo se encuentra en un jardín. El jardín era como el de su casa, con la diferencia de que los arboles, los columpios, su propia casa…estaban cambiadas de sentido, es decir, como si estuviese reflejado en un espejo.
Al llegar aquí, Amanda empieza a marearse hasta que cae al suelo, muerta.
Un par de conejos que había por ahí escondidos distinguen su olor y van velozmente a donde ella se encuentra muerta. Cuando la encuentran, los conejos empiezan a devorarla. Nada puede escapar de sus roedores dientes más que su alma. El alma de Amanda sale de su cuerpo y ve el horror que los conejos están haciendo con ella. Horrorizada por ello, huye sin mirar atrás. Sin darse cuenta llega al jardín, esta vez sí, de su casa.
Pasa revoloteando ante el ente de la niña una mariposa. Amanda intenta cogerla pero la traspasa, no puede, ya que su cuerpo ya no era.
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